lunes, 26 de mayo de 2014

Podemos

posible1Desde hace más de un año que este blog estaba congelado.

Sinceramente, por desmotivación.

Veo a mi alrededor personas que se quedan en paro. Veo a trabajadores que ver reducidos sus sueldos por el hecho de que la directiva de sus empresas considera que no ganan el suficiente dinero. Veo cómo los políticos cambian las leyes para su propio beneficio y el de los suyos. Veo cómo se produce una burbuja energética y tenemos que destinar una importante parte de nuestros ingresos a pagar electricidad, gas y gasolina. Veo cómo la basura política esquiva la justicia para pagar por sus crímenes con el beneplácito de sus leyes. Veo cómo se ofrecen sueldos miserables a trabajadores formados y cualificados, hasta a personas trabajar gratis con la promesa de recibir un sueldo. Veo cómo los bancos se apropian del dinero de los ciudadanos gracias a la actuación de los políticos. Veo cómo la clase media se reduce y comienza a ser clase baja, y cómo la clase baja se convierten en parias que malviven de la beneficencia. Veo cómo se persigue al pobre autónomo por arañar cuatro euros por facturar algo en B y el partido en el poder gestionaba cantidades ingentes de dinero negro y nadie mueve ni un dedo.

En definitiva, veo cómo nuestro país se ha convertido en un régimen donde la injusticia se hace ley.

Ante nuestra indolencia y pasividad, y esta indolencia y pasividad nos hace cómplices, porque somos cómodos. Somos ganado.

Pero quizá haya llegado la hora que este ganado tenga un buen ganadero, un ganadero con el que sí que nos sintamos identificados, porque, por mucho que me duela, no nos queda más remedio que tener que cambiar esto usando las leyes de los políticos y jugar a su propio juego, con todos los riesgos que esto conlleva, y apareció un nuevo protagonista en escena, un partido que engloba esta frustración generalizada de los ciudadanos por un sistema en el que impera la injusticia, en el que el ciudadano es un recurso a explotar por una minoría hambrienta de poder, y para la cual sólo somos números, somos una estadística.

Pero ha cambiado algo, ha surgido un movimiento que se ha cristalizado en varios partidos políticos, y entre ellos ha despuntado uno. Y los partidos oligárquicos comienzan a ponerse nerviosos y a tener miedo. Pueden perder sus privilegios, y eso les hace tener miedo.

He vuelto a tener ganas de cambiar las cosas.

He vuelto a sonreír.